martes, 27 de agosto de 2013

NELSON CASTRO RECULA



La cara de Nelson Castro en el entredicho que protagonizó con Diego Peretti en la mesa de la Dueña parecía el de una laucha a punto del soponcio. Demudado escuchaba como el actor, que además es médico siquiatra, lo demolió hasta hacerlo añicos. Falto de reflejos, esbozando una sonrisa nerviosa, enmudeció. Parecía no creer lo que oía y hasta pareció sentirse rozado con el comentario de Peretti sobre políticos, actores y periodistas sicópatas. Dio pena.
Después de su rutilante salida en la  pantalla del Grupo  y su determinista diagnóstico sobre la salud presidencial y la boludez traída de los pelos que llamó “hubris” y no se sabe que otra huevada más; comenzó a recibir desde llamados de atención ética profesional hasta descalificaciones obvias por el bajo nivel de sus apreciaciones. Entonces comenzó a recoger la piola. No aclares que oscurece es un sabio dicho, aplicable totalmente al refritador de historias clínicas presidenciales.
 Don o Doña Nelson tiene todo el aspecto de un neurótico. Una vieja obsesiva. Una señorona aplicada que debe creer que sabe más que nadie pero en definitiva es  una pobre loca boluda. Una maricona típica atormentada por su homosexualidad reprimida.
Un diván por ahí.

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